COBERTURA ESPECIAL DE DEPECHEMODE.COM.MX

-sólo se mencionan las canciones que siempre incluyen en su setlist-

Por: Ana Soto 

Berlín, Alemania, 10 jun.- Oficialmente, damas y caballeros, voy a tomar el concierto de Berlín, 10 de junio de 2009, en el Olympiastadion, como el verdadero arranque de la gira, y pensaré que el de Leipzig sólo fue un ensayo al que nos dieron la oportunidad de entrar. Y es que anoche volvi a ver al Depeche Mode que conozco: sonrientes, diviertidos, interactuando con la gente. Incluso el esperado mensaje aqui si llego: “También es bueno verlos a ustedes de nuevo” (palabras más, palabras menos), breve, sí, pero acompañado de una enorme y honesta sonrisa.

Desde la llegada al imponente Olympiastadion, una más de las obras creadas para reflejar el poder de Hitler, se sentía en el aire que este concierto iba a ser distinto. Las masas estaban por todas partes: lo mismo apretujados en la zona más cercana al escenario que practicamente disfrutando un pic-nic en las àreas verdes de la parte exterior del estadio. Cuando faltaba menos de una hora para dar inicio al concierto, los ríos de gente seguían multiplicándose en cada puerta. Y una vez adentro, las gradas se veían a toda su capacidad, mientras que abajo daba la impresión que no cabía un alma más.

Apenas se subió el volumen del DJ set, nuevamente creado por Martin Gore, la gente empezó a saltar y aplaudir, definitivamente tenían ganas de divertirse, de disfrutar a dM y de hacerlos disfrutar a ellos también.

De pronto, la enorme pantalla que esta vez decora el escenario se encendió y Andy entró agitando la mano, tras de él Christian y Peter, luego Martin (y si me equivoco, así fue como los vi llegar), todos con el rostro iluminado por enormes sonrisas. Por último llegó Dave, esta vez sin bufanda, y ese fue el pequeño detalle que marcó la diferencia: ya no se veía esa dosis de precaucion en él, ya había comprabado un par de noches antes que estaba listo para actuar. Y de verdad que lo hizo bien. Incluso en Walking in my Shoes se arriesgó a alargar las notas. La gente se lo agradeció con furiosos aplausos.

Y sí, se le olvidó en qué momento entrar en It’s no good, pero qué más da, la volvió a empezar y todos rieron divertidos, incluso Martin seguía riéndose aun pasados algunos momentos. Esas cosas de verdad que se disfrutan y le ponen magia a los conciertos. Eso o el instante en que improvisó un corito en otra de las canciones. Detalles así, seguramente harán del de Berlín uno de los conciertos mejor vendidos en Live Here.

Eso y la manera en que Martin disfrutó tocando Enjoy the Silence, simplemente te daba felicidad verlo, y esta vez se dejó querer por el público: se acercó a la orilla izquierda del escenario (derecha del Sr. Gore) y se dejó ovacionar por segundos que, afortunadamente, parecieron una eternidad. Definitivamente un momento inolvidable, ideal para pasar a Never let me dow again, en la que todo el estadio se convirtió en uno mismo, meciendo los brazos de izquierda a derecha y cantando como si fuera la última vez que pudieran hacerlo.

El final ya lo saben: en el primer regreso tocaron dos de las más esperadas canciones y en el segundo, la renovada Personal Jesus, que inevitablemente aún hace que se muevan hasta aquellos fans que dicen ya no soportarla. 

No hay queja alguna, todos salimos felices, ellos, nosotros, todos quedamos con ganas de más, pero sobre todo, a todos nos quedó la certeza de que ahora sí la gira ya arrancó de verdad.

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